2 Si probáremos á hablarte, serte ha molesto; Mas ¿quién podrá detener las palabras?
3 He aquí, tú enseñabas á muchos, Y las manos flacas corroborabas;
4 Al que vacilaba, enderezaban tus palabras, Y esforzabas las rodillas que decaían.
5 Mas ahora que el mal sobre ti ha venido, te es duro; Y cuando ha llegado hasta ti, te turbas.
6 ¿Es este tu temor, tu confianza, Tu esperanza, y la perfección de tus caminos?
7 Recapacita ahora, ¿quién que fuera inocente se perdiera? Y ¿en dónde los rectos fueron cortados?
8 Como yo he visto, los que aran iniquidad Y siembran injuria, la siegan.
9 Perecen por el aliento de Dios, Y por el espíritu de su furor son consumidos.
10 El bramido del león, y la voz del león, Y los dientes de los leoncillos son quebrantados.
11 El león viejo perece por falta de presa, Y los hijos del león son esparcidos.
12 El negocio también me era á mí oculto; Mas mi oído ha percibido algo de ello.
13 En imaginaciones de visiones nocturnas, Cuando el sueño cae sobre los hombres,
14 Sobrevínome un espanto y un temblor, Que estremeció todos mis huesos:
15 Y un espíritu pasó por delante de mí, Que hizo se erizara el pelo de mi carne.
16 Paróse un fantasma delante de mis ojos, Cuyo rostro yo no conocí, Y quedo, oí que decía:
17 ¿Si será el hombre más justo que Dios? ¿Si será el varón más limpio que el que lo hizo?
18 He aquí que en sus siervos no confía, Y notó necedad en sus ángeles
19 Cuánto más en los que habitan en casas de lodo, Cuyo fundamento está en el polvo, Y que serán quebrantados de la polilla!
20 De la mañana á la tarde son quebrantados, Y se pierden para siempre, sin haber quien lo considere.
21 ¿Su hermosura, no se pierde con ellos mismos? Mueren, y sin sabiduría.